Por el módico precio de 75 euros, lleva una tinta que al solidificarse permite crear objetos con volumen.
Se llama 3Doodler, pesa 200 gramos, cuesta 75 euros y no está recomendado para menore de 12 años. Una idea estelar como juguete para desarrollar la imaginación y la creatividad. El novedoso boli utiliza un material de plástico, en lugar de tinta, que se calienta y se funde y luego se enfría rápidamente, lo que permite que los dibujos se aguanten en el aire.
Con él también se puede dibujar en un papel, al estilo tradicional, y luego despegar el trazo y levantarlo en 3D. De esta forma no será necesario tener conocimientos de programación ni utilizar ningún programa.
FabClay is a 3D ceramic printing project launched by barcelona-based Sasha Jokic (Serbia), Starsk Lara (Colombia) and Nasim Fashami (Iran) aiming to explore a new digital fabrication system. It is a robotic additive manufacturing processes using industrial a Kuka robot and new 3D printing technology.
The research is being conducted at the Institute for Advanced Architecture of Catalonia (IAAC) in Barcelona at Digital Tectonics course.
It has started with traditional methods of building with simple and accessible materials and continuing on expanding the connections between architecture and new technology.
Many complex shapes can be made through digital design process and 3D printing technology. Material’s properties and its communication with machines helps to develop prototypes in terms of scale, form and function.
diagram of the nozzle and pressure of the air extruding methods
El CandyFab es un método de producción de objetos físicos asistida por ordenador mediante tecnología capa a capa. Se diferencia de algunos otros métodos de impresión 3D en los siguientes aspectos:
Está optimizado para piezas relativamente grandes utilizando una resolución de impresión media.
Para reducir los riesgos, se utilizan materiales no tóxicos (idealmente, de calidad alimentaria) . La unidad prototipo CandyFab 4000 utiliza granulado de azúcar como su medio de impresión, dando lugar a su nombre.
Utiliza piezas de bajo costo y la construcción es más fácil para que otros puedan diseñar o construir su propia máquina, con planos disponibles como código abierto.
«Si pensamos en cómo está construida una impresora 3D lo primero que se nos viene a la cabeza es la imagen de una caja grande. En ella, metemos la pieza del material que vamos a convertir posteriormente en lo que deseemos gracias a los componentes mecánicos que se encargan de esculpirlo.
Un grupo de investigadores ha decidido ir más lejos y, como se suele decir en inglés, salir de la caja. Literalmente, porque han logrado combinar el poder creativo de una impresora 3D con un elemento de precisión que ya conocíamos: los brazos robóticos.
De esta sinergia, han conseguido crear un brazo que es capaz de imprimir sobre el material con la ventaja de que puede moverse con completa libertad a través del material. De este modo, se reducirá el tiempo y también se ganará en precisión.
Un proyecto interesante, especialmente porque nos muestra otra forma de hacer la impresión 3D. Quizá este no sea el futuro para el uso doméstico, como apuntan otras empresas como Makerbot, pero para trabajos industriales parece una posibilidad bastante atractivo.»